jueves, 25 de agosto de 2016

Dharani y Zoran. Elia y su tercera ventana.

(Continuación de Elia y sus cinco ventanas)


Como cada día, Elia, ignoraba las ventanas con las diferentes opciones que la vida le iba ofreciendo. No tenía sentido mirar hacia dentro de ninguna de ellas, porque siempre parecía todo ser más de lo mismo. Sólo había visto hombres que decían mucho para no hacer nada, y no hacían nada para pretender mucho. Abrir otras cuantas nuevas ventanas resultaba agotador, así que recordando ese pequeño halo de luz que se colaba en el cierre de su tercera ventana, decidió sin pretender abrirla, acercarse, y mirar a hurtadillas, como cuando una niña quiere mirar algo que le han dicho es prohibido¡¡¡, pero al acercarse, la ventana se abrió de par en par sola! y ya no había ningún halo de luz!, había sólo, como un marco, donde se dibujaba la silueta de espaldas, de una mujer, y se podía percibir perfecta mente sus hombros, su cabello largo y despeinado, como si estuviera pintada en un cuadro situado justo delante de una gran chimenea. Elia quedó perpleja al ver que ese reflejo de mujer dentro de esa ventana enmarcada, no era otro que el suyo, y pensó; ¿Cómo era posible verse reflejada a ella misma en esa ventana? Estaba buscando allí  al chico abrumado y triste que había dentro de la misma la vez anterior, cuando la había abierto hacía un tiempo atrás, y sin embargo,  ésta vez, sólo podía verse a sí misma, pero quizás era la oportunidad de buscar respuestas y decidió entrar en ese marco y abrir esa nueva ventana, recuerda que al decidir entrar, una especie de corriente energética la absorbía llevándola hacia dentro y os voy a contar lo que ella experimentó allí en ese pequeño marco de tiempo, esperando acercarme con palabras a lo que ella recuerda haber vivido:
 
Se vio a sí misma, sentada en posición yoga. Sus ojos estaban cerrados para poder sentir mejor el calor suave de esas manos masculinas que tocaban su espalda con cariño, sabía que eran masculinas, como sabía, que eran manos conocidas, porque simplemente su piel, toda ella, las reconocía al tacto. Ella recuerda que en ese momento quiso abrir los ojos para girarse y ver la cara de a quién pertenecían esos brazos que le abrazaban y la hacían sentir protegida, pero tuvo miedo de perder esa sensación y decidió anular la mente consciente para entrar en ese estado donde el sentimiento y las emociones predominaban y dejarse arrastrar hacia algún lugar desconocido, le atraía enormemente seguir el calor suave de esas caricias, como si le llevasen hacia algún lugar donde los miedos no eran dueños de los sueños. Le podía más, el sentirlo cerca y experimentar aquella ráfaga de emociones y escalo fríos que estaban ocurriendo en todo su cuerpo, y decidió permanecer con los ojos cerrados concentrada allí para no perder aquella escena, no veía la cara de aquel hombre, pero qué más daba qué cara tuviera, sólo quería y disfrutar de ese pequeño masaje que con tanto amor aquellas manos regalaban a su espalda medio desnuda, respetando la distancia de querer hacer que ella se sintiera bien. Así que se centró sólo en esas manos y esos roces suaves que cada vez se iban haciendo más fuertes e intensos, éstos iban a su vez, subiendo la intensidad de las sensaciones que provocaban los mismos en todo su cuerpo y de repente una especie de imagen apareció clara en su cabeza, era la misma imagen, que durante nueve veces había obtenido durante años, en sueños que parecían venir de otras épocas. Había tenido la visión de otras vidas anteriores, en donde ella había vivido experiencias dolorosas y traumáticas y también había sido inmensamente feliz, no era agradable nunca para ella, poder acceder a ese tipo de información porque le suponía el trabajo de intentar entender por qué sucedía, sus vivencias de su estado tiempo actual ya eran suficientes para trabajar, sin embargo en ese preciso instante, repetía otra vez aquella imagen en su cabeza. Ya no sentía las manos ni el calor cercano de ese hombre, estaba metida en otro tiempo y se miraba a sí misma, viéndose en un cuerpo extraño, donde nada se parecía al cuerpo actual, pero, sabía que aquella mujer era ella. Y por una vez, no tuvo miedo a echar un vistazo y recorrer la imagen toda entera, (estaba acompañada de un hombre a sus espaldas, si algo malo le ocurría él la sacaría de ese trance), debía saber qué fue lo que había pasado, porque habría seguro, algo que trabajar, y no lo estaba viendo por negarse a aceptar esa información. Se vio a sí misma, con una figura femenina algo gruesa, más bien bajita y no muy cuidada, estaba sentada triste sobre una pequeña roca dentro de un riachuelo de agua cristalina. Ella, esa mujer miraba hacia lo alto de la colina con una tristeza enorme, allí estaba su casa, era una cabaña redonda con ventanas de cuadritos y hecha de madera, grande, pero humilde, ella adoraba ese paisaje, ese campo, ese verde, esa, su casa, su hogar, pero tenía el corazón destrozado.  A lo lejos se divisaba una niña pequeña que corría jugando tras las mariposas, en aquel lugar había siempre, mariposas, y la visión era un verde soleado primaveral. Hacía calor húmedo. Esa niña era su hija, su tesoro, todo lo que le ayudaba a levantarse cada día de aquella vida, y ella estaba allí sentada encima de una roca junto al río como anclada a una gran sensación de tristeza y pérdida. – Elia, en aquella vida, de nombre Dharani, siguió sintiendo las emociones de aquella mujer, Dharani, de esa otra vida, y miró hacia el lado derecho del paisaje. Allí se acercaba un hombre alto, delgado, venía con su hacha de cortar la leña como ritual de cada día, llevaba un sombrero negro y caminaba despacio como si viniese hacia ella. Ella esperaba que se detuviera junto a ella y se sentara un ratito frente a ese río como cuando eran una familia normal. (En ese instante recordó su nombre, (Zoran) que tenían dos hijos y que su hijo hombre, había muerto). Comprendió que aquel hombre era su marido y que no pasaría frente a ella ni se quedaría a su lado porque cuando su hijo había muerto, él se había muerto con ese niño y la había abandonado a ella y a su pequeña. El dolor de aquella mujer no sólo era haber perdido un hijo sino haber perdido el abrazo de ese compañero de su vida y verle como cada día le sucedía lo mismo, vivir junto a un hombre que no veía que ella estaba allí, como siempre, que seguían ella y su hija esperando cada día por él, que el dolor era evidente pero ellas no tenían la culpa de lo ocurrido, recordaba con tristeza, tantos intentos por recuperar a su hombre, a su compañero de viaje, ella había perdido a su hijo y le necesitaba a él su lado, pero él, estaba anulado por la pérdida y había decidido que quería estar solo, transcurrían los años y ella seguía esperando encontrar de nuevo a su hombre, en aquella vida lo amaba, lo elegía cada día, pero él había decidido que la vida no tenía sentido habiendo perdido el niño y no le ilusionaba vivir los nuevos días, ella sin él, sentía que una parte de ella había muerto y no concebía marcharse porque debía enseñarle que con amor todo podía superarse y que no lo abandonaría a pesar de su abandono. El pasaba de largo hacia la subida de la colina con la leña a cuestas y ni reparaba en las tardes que se sucedían con el mismo ritual, mientras ella seguía sentada, esperando, que la cogiera de la mano y otra vez fueran juntos a cortar la leña, volvieran los paseos por el bosque y caminaran juntos hacia aquella cabaña porque hacía frío. 

Elia, sabía que ese momento había sido revelado por algo, y debía tomar cada detalle de esa experiencia y traérsela consigo hasta el marco de ventana donde ella, estaba antes de entrar en aquella visión, algo debía de aprender, no comprendía qué, era mucho dolor lo que había en aquella historia, pero cerró los ojos y decidió buscar antes de salir de ese espacio tiempo, algunos recuerdos bonitos, y rescató momentos de sentarse en largos inviernos junto a la chimenea, abrazados mientras los niños jugaban, de las muchas noches en que dormían abrazados sin despegarse porque eran uno, y en aquella vida, Dharani, era mujer completa con aquel hombre. Recordó sus caricias masculinas que encendían su cuerpo como si tuvieran magia, a pesar de los años sucedidos, incluso el placer de sentirse mujer cada noche con aquel hombre, y de repente algo la empujó y le sacó de golpe de aquella escena abandonando el cuerpo de Dharani y volviendo a ser Elia, sintiéndose completamente abrazada de esas manos que la acompañaron en ese viaje, aquellas manos masculinas que la tocaban suave estaban acariciando ahora todo su cuerpo, y no tuvo tiempo a reaccionar para pensar en qué debía hacer, toda ella entera temblaba, su cuerpo anhelaba aquellas caricias de fuego, las reconocía, sentía el aliento agitado de aquel hombre justo detrás de sus hombros y podía sentir cuánto él también la deseaba, y entre la necesidad física de ser suya que esas caricias despertaban, y las emociones que la llenaban de vida, todo alrededor se tornaba como una escena llena de color, decidió girar su cara hacia él, con los ojos cerrados, no quería hacer ni un solo gesto que no le permitiera sentir cada latido de su corazón y de su cuerpo expectante, y al girarse se encontró con sus labios, con un beso dulce y apasionado, que no pudo evitar seguir sintiendo, de repente era ese hombre desgarbado de aquella vida, pasaba frente a la roca y se detenía, la cogía de la mano y subían juntos hacia la colina que les llevaba a su casa, era la hora de reconciliarse, de volver a sentirse, de volver a convertirse en uno solo. Entonces, sin abrir los ojos, comprendió que esas manos eran las mismas, acababa de reencontrarse con aquel hombre que la había abandonado, era tal la emoción de recuperarle que no podía dejar de querer abrir los ojos para verle¡¡¡, pero si lo hacía y perdía todo aquello?, si lo hacía y todo había sido sólo un sueño? Las caricias de aquel hombre le debilitaban tanto que no podía negarse a ser suya y ocurrió aquello que tanto tiempo había estado esperando, volver a sentirse viva¡¡¡. Sentir esa llamada urgente de entregarse en cuerpo y alma, que ocurre sólo cuando amas, era algo tan perfecto como un baile que se había ensayado tantas veces que ambos se sincronizaban perfectamente. En aquel entonces, nada podía ser más extraño y nada podía ser más perfecto, se fundieron en uno y cuando todo acabó y la mente consciente pudo hacer lo suyo, ella abrió sus ojos. Ya estaba fuera del marco de la chica de los hombros desnudos y a su lado había otra vez, el chico triste que vio en aquella, tercera ventana, sólo que ya no estaba tan triste, parecía algo más recuperado, tenía el brillo de haber encontrado una nueva motivación para querer vivir la vida como hombre, su cara estaba algo abrumada pero no de tristeza, todo él era como una pregunta constante. Se miraron y Elia, le preguntó: - - Has estado dentro mío en ese marco? -Has podido reconocerme o has podido sentir algo parecido a lo que yo he experimentado? Y él contesto:   - He sentido, he experimentado, he tocado tu piel y no me era ajena, por primera vez he sentido la sensación de fuego y paz como una sola cosa, como si no existiera la una sin la otra y me parece todo tan raro..- No entiendo qué pasó pero si lo pienso me lleva a comprender mucho de mí mismo. – Si fuimos pareja en otra vida, por qué, nos hemos reencontrado?.- Ella le miró con dulzura y acariciando su rostro le dijo: Sin duda para trabajar el tema del abandono y para aprender lecciones sobre lo ocurrido. Él, la miró con atención y su mirada de misterio y dijo: Debo pensar en qué es lo que he de trabajar yo y entender qué me relaciona en ésta vida a esa otra, en mis actos y decisiones. Prosiguió: -Te abandoné en otra época, y mi hijo murió, espero en ésta, mi hijo muera después que yo y prometo que esta vez no te abandonaré. - Ella le miró con ternura y contestó: Quizás no se trate de abandonarme a mí, sino de no hacerlo contigo mismo. Si seguimos juntos lo averiguaremos. 

Lo siguientes días estuvieron bastante unidos y se sentían el uno parte del otro, había cierta confianza y estando juntos había esa complicidad y paz que sólo se sentía cuando se había experimentado un largo tiempo de vida juntos, pero la realidad era una sola y no se podía cambiar, tenían cuerpos distintos, eran épocas y décadas distintas, sus vidas eran distintas, y en ese presente nada les unía porque cada uno había tenido sus errores y aciertos y estaban ambos marcados por las huellas de los golpes de los mismos y no estaban preparados para estar tan cerca de volver a creer, confiar, algo les hacía sentirse familiar, pero ella era consciente de que él ya no era su marido y que posiblemente, en ésta vida, le tocaba estar de forma diferente, que debería quizás, sólo acompañarlo a llegar hasta la sanación que le permitiera volver a amar y reconciliarse con sus miedos, y sus propias barreras, porque sin duda él, tenía una vida llena de abandono desde su nacimiento hasta las relaciones amorosas que había experimentado. Cada vez que amaba lo entregaba todo y era abandonado por sus parejas, pero tenía un hijo precioso lleno de vida. Ella seguía con su niña y seguía siendo abandonada por sus relaciones a pesar de que se dejaba la vida esperando e intentando agradar a sus seres queridos. y entonces, por qué extraña razón volvían  encontrarse?. sus pasados en éste lado del tiempo eran lo mismo. eran como la cara de la luna y el sol que no existen la una sin la otra. Nada había experimentado él que ella no hubiera sentido. Ella necesitaba el abrazo cálido de un amigo, él alguien con quién poder hablar sin reservas y sentirse aceptado y ambos a alguien que les devolviera un poquito la fe. Él decía que ella era algo así como la esperanza blanca entre un mundo negro. y ella le recuperaba la fe en que había personas capaces de entregar con el alma mirando por encima de los estereotipos que la sociedad imponía. Elia valoraba a ese chico como la persona más valiosa que había conocido en cuerpo de hombre.

Decidieron que era mejor no volver al momento de ser hombre y mujer y estar a solas con sus vidas donde el uno no interfiriese en el otro, y poder desde la distancia, cada uno ver claramente cómo debía reconstruir su presente. Ella se sentía al principio enormemente atraída sexualmente por él, pero le amaba más como persona y no le fue difícil intentar desprenderse del deseo físico para estar a la altura de ser una amiga que era lo único que él admitía cerca y realmente necesitaba. Él estaba herido por el abandono y fracaso de su anterior relación y se negaba a avanzar despegándose de todo aquello que le martirizaba y le recordaba lo mucho que había puesto para que aquella ex mujer lo amara y lo poco que había sido valorado y había decidido abandonar la lucha, abandonarse a sí mismo, había decidido seguir repitiendo las mismas acciones, él pensaba que no era capaz de volver a creer en nadie porque había sido manipulado y maltratado en lo más profundo de su alma, y no quería saber de ninguna mujer que tuviese la capacidad de llevarlo a volver a sentir, se negaba a revivir el momento en que perdió aquella mujer que amó tanto, y Elia, quería que él avanzara, superara, no para volver a sus brazos, sino que no se abandonara a sí mismo sólo porque alguien no le había visto. Ella se acercaba a él con cariño y preocupación de persona, quería hacerle comprender que él valía y ella le amaba así con todos sus fallos, como persona, pero él no había recibido nunca amor desinteresado y no hacía más que defenderse y protegerse de los afectos de Elia. Ella quería acercarse a su corazón como amiga y decirle que no debía no esconderse de ese dolor y ese pasado sino sacarlo, enfrentarlo, hablarlo, asumirlo, superarlo, y la peor forma era torturarse viendo los recuerdos de los momentos en que él creía que le amaban y no había sido real. No tenía la fuerza de avanzar, se estaba protegiendo de la gente que le quisiera y tomaba el acercamiento de Elia como ataque o presión a tener que darle a ella algo para lo cual él no estaba preparado, temía tanto que ella se enamorara de él y él no pudiera sentir lo mismo y hacerle daño que decidió alejarla de su lado dejándola sola, haciéndole sentir que ya no era placentero para él hablar con ella de sus miedos y de sus emociones. Elia, no entendía por qué él no aceptaba que alguna vez era lo suficientemente válido como para que alguien no le engañase, y no entendía porque él no paraba de repetir que no eran pareja, ella sabía que no lo eran y no lo serían porque él no podía darle a ella todo aquello que ofreció a las anteriores, y ella no quería tampoco migajas de nadie, buscaba a forma de acercarse a él para explicarle que podía apoyarse en ella sin miedo pero él, siempre caía en el bucle repetitivo de acceder al recuerdo de imágenes que lo conectaban con ese dolor, él guardaba las fotografías como grandes tesoros y buscaba saber de alguna manera en dónde estaba siempre la mujer que nunca quiso quedarse a su lado a pesar de todo lo que él había dado. Elia, quiso acercarse y ayudarle a tomar la decisión de abandonar ese pasado y recuperarse para avanzar o, a que tuviera la fuerza de volver hacia atrás y buscarla e intentar recuperar aquello que parecía haberse quedado con sus ganas de vivir, pero él reaccionaba como si Elia lo estuviese atacando y se convirtió en un hombre cerrado que se negaba a dejarse acariciar, abrazar, ni aceptar ni si quiera una palabra bonita, reconocía estar anclado en el pasado y quería ir a su ritmo sin que Elia se sintiera con el derecho de participar en esa evolución. A ella, le dolía tremendamente que él la sacara de su vida porque le quería como persona, renunció a poner sus ojos en el hombre que él era y se marchó dejándole la puerta abierta a la única opción posible para esta vida para ambos, una sincera amistad y que él la tomara cuando quisiera, pues ella no necesitaba que dejase de respirar por ella para considerarse atendida. Ella tenía una forma de amar, más allá del cuerpo, con el alma, y algún día, cuando él sanara, cuando decidiera ser valiente para tomar decisiones no disfrazadas, sino reales, ella estaría allí para apoyarle, para ayudarle a avanzar y a construir una nueva vida eligiese la mujer que eligiese, sólo quería que supiera que si se abandonaba a sí mismo, moriría encontrando personas que le abandonaran también a él, y que mientras se lamentaba de lo que le había pasado, se sucedían a su alrededor vidas, tiempos, personas, y no las veía, porque la postura cómoda del no puedo más, era más fácil, quería hacerle saber que debía luchar por la única persona grande y valiosa que tenía en frente, él mismo. 

No abandonarse a sí mismo era la gran lección para él, valorarse como alguien tan valiosa para no ser abandonada, era la lección para ella.

Dharani: Mantra para ahuyentar espíritus malignos. Nombre femenino de origen Indú y como mito significa La tierra. Se le atribuye la capacidad de empujar hacia adelante y provocar cambios y transformación.

Zoran: Nombre de origen eslavo y significa: Luz del amanecer.  (Mirar. Zoran, the legend of the zelda)

Personalmente, el abandono es un sentimiento que te deja grandes vacíos y se lleva toda tu confianza y capacidad de valorarte en positivo, es una emoción que a mí me ha costado toda la vida trabajar, y aún estoy en ello, en esto me identifico con Elia. Eso sí, pienso que todo ocurre por algo y que hay que saber buscarle el punto bueno a las despedidas dolorosas y a los encuentros espectaculares.. y que si quieres superar un pasado, el primer paso no es huir sino ir a buscarlo, mirarlo una vez a la cara y dejarle ir desde el corazón, todo el resto es autoengaño. Que si la vida, hoy nos presenta esa posibilidad de sentirnos abrazados y queridos, da igual si estamos preparados o no para que dure, o hacia donde nos lleve, nos es dado como un regalo, no para odiarlo porque nos recuerda nuestra falta de autoestima y heridas, haciendo que le demos el poder al miedo de volver a creer, de volver a soñar, sino para abrazarlo, aceptarlo y experimentarlo, como parte de la cura. 


  

Nine - Lazos de Luz     

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