(Continuación de Elia y sus cinco ventanas)
Como cada día, Elia, ignoraba las
ventanas con las diferentes opciones que la vida le iba ofreciendo. No tenía
sentido mirar hacia dentro de ninguna de ellas, porque siempre parecía todo ser más de lo mismo. Sólo había visto hombres que decían mucho para no hacer
nada, y no hacían nada para pretender mucho. Abrir otras cuantas nuevas ventanas resultaba agotador, así que recordando ese pequeño halo de luz que se colaba en
el cierre de su tercera ventana, decidió sin pretender abrirla, acercarse, y
mirar a hurtadillas, como cuando una niña quiere mirar algo que le han dicho es
prohibido¡¡¡, pero al acercarse, la ventana se abrió de par en par sola! y ya no había ningún halo de luz!, había sólo, como un marco, donde se dibujaba la silueta de espaldas, de una mujer, y
se podía percibir perfecta mente sus hombros, su cabello largo y despeinado,
como si estuviera pintada en un cuadro situado justo delante de una gran
chimenea. Elia quedó perpleja al ver que ese reflejo de mujer dentro de esa
ventana enmarcada, no era otro que el suyo, y pensó; ¿Cómo era posible verse
reflejada a ella misma en esa ventana? Estaba buscando allí al chico abrumado y triste que había dentro de
la misma la vez anterior, cuando la había abierto hacía un tiempo atrás, y sin embargo, ésta vez, sólo podía verse a sí misma, pero
quizás era la oportunidad de buscar respuestas y decidió entrar en ese marco y
abrir esa nueva ventana, recuerda que al decidir entrar, una
especie de corriente energética la absorbía llevándola hacia dentro y
os voy a contar lo que ella experimentó allí en ese pequeño marco de tiempo,
esperando acercarme con palabras a lo que ella recuerda haber vivido:
Se vio a sí misma, sentada en posición
yoga. Sus ojos estaban cerrados para poder sentir mejor el calor suave de esas manos
masculinas que tocaban su espalda con cariño, sabía que eran masculinas, como
sabía, que eran manos conocidas, porque simplemente su piel, toda ella, las
reconocía al tacto. Ella recuerda que en ese momento quiso abrir los ojos para
girarse y ver la cara de a quién pertenecían esos brazos que le abrazaban y la
hacían sentir protegida, pero tuvo miedo de
perder esa sensación y decidió anular la mente consciente para entrar en ese
estado donde el sentimiento y las emociones predominaban y dejarse arrastrar hacia algún lugar desconocido, le atraía enormemente seguir el calor suave de esas caricias, como si le llevasen hacia algún lugar donde los miedos no eran dueños de los sueños. Le podía más, el sentirlo cerca y experimentar aquella ráfaga de emociones y escalo fríos que estaban ocurriendo en todo su cuerpo, y decidió permanecer con los ojos cerrados concentrada allí para no perder aquella escena, no veía la cara de aquel hombre, pero qué más daba qué
cara tuviera, sólo quería y
disfrutar de ese pequeño masaje que con tanto amor aquellas manos regalaban a
su espalda medio desnuda, respetando la distancia de querer hacer que ella se
sintiera bien. Así que se centró sólo en esas manos y esos roces suaves que
cada vez se iban haciendo más fuertes e intensos, éstos iban a su vez, subiendo la
intensidad de las sensaciones que provocaban los mismos en todo su cuerpo y de
repente una especie de imagen apareció clara en su cabeza, era la misma imagen,
que durante nueve veces había obtenido durante años, en sueños que parecían
venir de otras épocas. Había tenido la visión de otras vidas anteriores, en
donde ella había vivido experiencias dolorosas y traumáticas y también había
sido inmensamente feliz, no era agradable nunca para ella, poder acceder a ese
tipo de información porque le suponía el trabajo de intentar entender por qué
sucedía, sus vivencias de su estado tiempo actual ya eran suficientes para
trabajar, sin embargo en ese preciso instante, repetía otra vez aquella imagen
en su cabeza. Ya no sentía las manos ni el calor cercano de ese hombre, estaba
metida en otro tiempo y se miraba a sí misma, viéndose en un cuerpo extraño,
donde nada se parecía al cuerpo actual, pero, sabía que aquella mujer era ella.
Y por una vez, no tuvo miedo a echar un vistazo y recorrer la imagen toda
entera, (estaba acompañada de un hombre a sus espaldas, si algo malo le ocurría
él la sacaría de ese trance), debía saber qué fue lo que había pasado, porque
habría seguro, algo que trabajar, y no lo estaba viendo por negarse a aceptar
esa información. Se vio a sí misma, con una figura femenina algo gruesa, más
bien bajita y no muy cuidada, estaba sentada triste sobre una pequeña roca
dentro de un riachuelo de agua cristalina. Ella, esa mujer miraba hacia lo alto
de la colina con una tristeza enorme, allí estaba su casa, era una cabaña
redonda con ventanas de cuadritos y hecha de madera, grande, pero humilde, ella
adoraba ese paisaje, ese campo, ese verde, esa, su casa, su hogar, pero tenía
el corazón destrozado. A lo lejos se divisaba una niña pequeña que corría
jugando tras las mariposas, en aquel lugar había siempre, mariposas, y la
visión era un verde soleado primaveral. Hacía calor húmedo. Esa niña era su
hija, su tesoro, todo lo que le ayudaba a levantarse cada día de aquella vida, y ella estaba allí sentada encima de una roca junto al río como anclada a una gran sensación de tristeza y pérdida. – Elia, en aquella
vida, de nombre Dharani, siguió sintiendo las emociones de aquella mujer,
Dharani, de esa otra vida, y miró hacia el lado derecho del paisaje. Allí se
acercaba un hombre alto, delgado, venía con su hacha de cortar la leña como
ritual de cada día, llevaba un sombrero negro y caminaba despacio como si
viniese hacia ella. Ella esperaba que se detuviera junto a ella y se sentara un
ratito frente a ese río como cuando eran una familia normal. (En ese instante
recordó su nombre, (Zoran) que
tenían dos hijos y que su hijo hombre, había muerto). Comprendió que aquel hombre
era su marido y que no pasaría frente a ella ni se quedaría a su lado porque
cuando su hijo había muerto, él se había muerto con ese niño y la había
abandonado a ella y a su pequeña. El dolor de aquella mujer no sólo era haber
perdido un hijo sino haber perdido el abrazo de ese compañero de su vida y
verle como cada día le sucedía lo mismo, vivir junto a un hombre que no veía
que ella estaba allí, como siempre, que seguían ella y su hija esperando cada
día por él, que el dolor era evidente pero ellas no
tenían la culpa de lo ocurrido, recordaba con tristeza, tantos intentos por
recuperar a su hombre, a su compañero de viaje, ella había perdido a su hijo y
le necesitaba a él su lado, pero él, estaba anulado por la pérdida y había
decidido que quería estar solo, transcurrían los años y ella seguía esperando
encontrar de nuevo a su hombre, en aquella vida lo amaba, lo elegía cada día,
pero él había decidido que la vida no tenía sentido habiendo perdido el niño y no le ilusionaba vivir los nuevos días, ella sin él, sentía que una parte de ella había
muerto y no concebía marcharse porque debía enseñarle que con amor todo podía
superarse y que no lo abandonaría a pesar de su abandono. El pasaba de largo
hacia la subida de la colina con la leña a cuestas y ni reparaba en las tardes
que se sucedían con el mismo ritual, mientras ella seguía sentada, esperando, que la
cogiera de la mano y otra vez fueran juntos a cortar la leña, volvieran los paseos por el bosque y caminaran juntos hacia aquella cabaña porque hacía frío.
Elia, sabía que ese momento había
sido revelado por algo, y debía tomar cada detalle de esa experiencia y
traérsela consigo hasta el marco de ventana donde ella, estaba antes de entrar
en aquella visión, algo debía de aprender, no comprendía qué, era mucho dolor
lo que había en aquella historia, pero cerró los ojos y decidió buscar antes de
salir de ese espacio tiempo, algunos recuerdos bonitos, y rescató momentos de
sentarse en largos inviernos junto a la chimenea, abrazados mientras los niños
jugaban, de las muchas noches en que dormían abrazados sin despegarse porque
eran uno, y en aquella vida, Dharani, era mujer completa con aquel hombre. Recordó
sus caricias masculinas que encendían su cuerpo como si tuvieran magia, a pesar
de los años sucedidos, incluso el placer de sentirse mujer cada noche con aquel
hombre, y de repente algo la empujó y le sacó de golpe de aquella escena abandonando el
cuerpo de Dharani y volviendo a ser Elia, sintiéndose completamente abrazada de
esas manos que la acompañaron en ese viaje, aquellas manos masculinas que la
tocaban suave estaban acariciando ahora todo su cuerpo, y no tuvo tiempo a
reaccionar para pensar en qué debía hacer, toda ella entera temblaba, su cuerpo
anhelaba aquellas caricias de fuego, las reconocía, sentía el aliento agitado
de aquel hombre justo detrás de sus hombros y podía sentir cuánto él también la
deseaba, y entre la necesidad física de ser suya que esas caricias despertaban,
y las emociones que la llenaban de vida, todo alrededor se tornaba como una
escena llena de color, decidió girar su cara hacia él, con los ojos cerrados,
no quería hacer ni un solo gesto que no le permitiera sentir cada latido de su
corazón y de su cuerpo expectante, y al girarse se encontró con sus labios, con
un beso dulce y apasionado, que no pudo evitar seguir sintiendo, de repente era
ese hombre desgarbado de aquella vida, pasaba frente a la roca y se detenía, la
cogía de la mano y subían juntos hacia la colina que les llevaba a su casa, era
la hora de reconciliarse, de volver a sentirse, de volver a convertirse en uno
solo. Entonces, sin abrir los ojos, comprendió que esas manos eran las mismas,
acababa de reencontrarse con aquel hombre que la había abandonado, era tal la
emoción de recuperarle que no podía dejar de querer abrir los ojos para
verle¡¡¡, pero si lo hacía y perdía todo aquello?, si lo hacía y todo había
sido sólo un sueño? Las caricias de aquel hombre le debilitaban tanto que no
podía negarse a ser suya y ocurrió aquello que tanto tiempo había estado
esperando, volver a sentirse viva¡¡¡. Sentir esa llamada urgente de entregarse
en cuerpo y alma, que ocurre sólo cuando amas, era algo tan perfecto como un
baile que se había ensayado tantas veces que ambos se sincronizaban
perfectamente. En aquel entonces, nada podía ser más extraño y nada podía ser
más perfecto, se fundieron en uno y cuando todo acabó y la mente consciente
pudo hacer lo suyo, ella abrió sus ojos. Ya estaba fuera del marco de la chica
de los hombros desnudos y a su lado había otra vez, el chico triste que vio en
aquella, tercera ventana, sólo que ya no estaba tan triste, parecía algo más recuperado,
tenía el brillo de haber encontrado una nueva motivación para querer vivir la
vida como hombre, su cara estaba algo abrumada pero no de tristeza, todo él era
como una pregunta constante. Se miraron y Elia, le preguntó: - - Has estado
dentro mío en ese marco? -Has podido reconocerme o has podido sentir algo
parecido a lo que yo he experimentado? Y él contesto: - He
sentido, he experimentado, he tocado tu piel y no me era ajena, por primera vez
he sentido la sensación de fuego y paz como una sola cosa, como si no existiera
la una sin la otra y me parece todo tan raro..- No entiendo qué pasó pero si lo
pienso me lleva a comprender mucho de mí mismo. – Si fuimos pareja en otra
vida, por qué, nos hemos reencontrado?.- Ella le miró con dulzura y acariciando
su rostro le dijo: Sin duda para trabajar el tema del abandono y para aprender
lecciones sobre lo ocurrido. Él, la miró con atención y su mirada de misterio y dijo: Debo
pensar en qué es lo que he de trabajar yo y entender qué me relaciona en ésta vida a esa otra, en mis actos y decisiones. Prosiguió: -Te abandoné en otra época, y mi hijo
murió, espero en ésta, mi hijo muera después que yo y prometo que esta vez no
te abandonaré. - Ella le miró con ternura y contestó: Quizás no se trate de
abandonarme a mí, sino de no hacerlo contigo mismo. Si seguimos juntos lo
averiguaremos.
Lo siguientes días estuvieron
bastante unidos y se sentían el uno parte del otro, había cierta confianza y
estando juntos había esa complicidad y paz que sólo se sentía cuando se había
experimentado un largo tiempo de vida juntos, pero la realidad era una sola y no se podía
cambiar, tenían cuerpos distintos, eran épocas y décadas distintas, sus vidas
eran distintas, y en ese presente nada les unía porque cada uno había tenido
sus errores y aciertos y estaban ambos marcados por las huellas de los golpes
de los mismos y no estaban preparados para estar tan cerca de volver a creer, confiar, algo les hacía sentirse familiar, pero ella era consciente de que él ya no era su marido y que
posiblemente, en ésta vida, le tocaba estar de forma diferente, que debería quizás, sólo acompañarlo a llegar hasta la sanación que le
permitiera volver a amar y reconciliarse con sus miedos, y sus propias
barreras, porque sin duda él, tenía una vida llena de abandono desde su
nacimiento hasta las relaciones amorosas que había experimentado. Cada vez que
amaba lo entregaba todo y era abandonado por sus parejas, pero tenía un hijo
precioso lleno de vida. Ella seguía con su niña y seguía siendo abandonada por
sus relaciones a pesar de que se dejaba la vida esperando e intentando agradar
a sus seres queridos. y entonces, por qué extraña razón volvían encontrarse?. sus pasados en éste lado del tiempo eran lo mismo. eran como la cara de la luna y el sol que no existen la una sin la otra. Nada había experimentado él que ella no hubiera sentido. Ella necesitaba el abrazo cálido de un amigo, él alguien con quién poder hablar sin reservas y sentirse aceptado y ambos a alguien que les devolviera un poquito la fe. Él decía que ella era algo así como la esperanza blanca entre un mundo negro. y ella le recuperaba la fe en que había personas capaces de entregar con el alma mirando por encima de los estereotipos que la sociedad imponía. Elia valoraba a ese chico como la persona más valiosa que había conocido en cuerpo de hombre.
Decidieron que era mejor no volver al momento de ser
hombre y mujer y estar a solas con sus vidas donde el uno no interfiriese en el
otro, y poder desde la distancia, cada uno ver claramente cómo debía reconstruir
su presente. Ella se sentía al principio enormemente atraída sexualmente por
él, pero le amaba más como persona y no le fue difícil intentar desprenderse
del deseo físico para estar a la altura de ser una amiga que era lo único que
él admitía cerca y realmente necesitaba. Él estaba herido por el abandono y
fracaso de su anterior relación y se negaba a avanzar despegándose de todo
aquello que le martirizaba y le recordaba lo mucho que había puesto para que
aquella ex mujer lo amara y lo poco que había sido valorado y había decidido abandonar la
lucha, abandonarse a sí mismo, había decidido seguir repitiendo las mismas
acciones, él pensaba que no era capaz de volver a creer en nadie porque había
sido manipulado y maltratado en lo más profundo de su alma, y no quería saber
de ninguna mujer que tuviese la capacidad de llevarlo a volver a sentir, se
negaba a revivir el momento en que perdió aquella mujer que amó tanto, y Elia,
quería que él avanzara, superara, no para volver a sus brazos, sino que no se
abandonara a sí mismo sólo porque alguien no le había visto. Ella se acercaba a él con cariño y preocupación de persona, quería hacerle
comprender que él valía y ella le amaba así con todos sus fallos, como persona, pero él no había recibido nunca amor desinteresado y no hacía más que defenderse y protegerse de los afectos de Elia. Ella quería acercarse a su corazón como amiga y decirle que no debía no
esconderse de ese dolor y ese pasado sino sacarlo, enfrentarlo, hablarlo,
asumirlo, superarlo, y la peor forma era torturarse viendo los recuerdos de los
momentos en que él creía que le amaban y no había sido real. No tenía la fuerza
de avanzar, se estaba protegiendo de la gente que le quisiera y tomaba el acercamiento de Elia como ataque o presión a tener que darle a ella algo para lo cual él no estaba preparado, temía tanto que ella se enamorara de él y él no pudiera sentir lo mismo y hacerle daño que decidió alejarla de su lado dejándola sola, haciéndole sentir que ya no era placentero para él hablar con ella de sus miedos y de sus emociones. Elia, no entendía por
qué él no aceptaba que alguna vez era lo suficientemente válido como para que
alguien no le engañase, y no entendía porque él no paraba de repetir que no eran pareja, ella sabía que no lo eran y no lo serían porque él no podía darle a ella todo aquello que ofreció a las anteriores, y ella no quería tampoco migajas de nadie, buscaba a forma de acercarse a él para explicarle que podía apoyarse en ella sin miedo pero él, siempre caía en el bucle repetitivo de
acceder al recuerdo de imágenes que lo conectaban con ese dolor, él guardaba
las fotografías como grandes tesoros y buscaba saber de alguna manera en dónde
estaba siempre la mujer que nunca quiso quedarse a su lado a pesar de todo lo
que él había dado. Elia, quiso acercarse y ayudarle a tomar la decisión de abandonar
ese pasado y recuperarse para avanzar o, a que tuviera la fuerza de volver hacia
atrás y buscarla e intentar recuperar aquello que parecía haberse quedado con
sus ganas de vivir, pero él reaccionaba como si Elia lo estuviese atacando y se
convirtió en un hombre cerrado que se negaba a dejarse acariciar, abrazar, ni aceptar
ni si quiera una palabra bonita, reconocía estar anclado en el pasado y quería
ir a su ritmo sin que Elia se sintiera con el derecho de participar en esa
evolución. A ella, le dolía tremendamente que él la sacara de su vida porque le
quería como persona, renunció a poner sus ojos en el hombre que él era y se
marchó dejándole la puerta abierta a la única opción posible para esta vida
para ambos, una sincera amistad y que él la tomara cuando quisiera, pues ella
no necesitaba que dejase de respirar por ella para considerarse atendida. Ella
tenía una forma de amar, más allá del cuerpo, con el alma, y algún día, cuando
él sanara, cuando decidiera ser valiente para tomar decisiones no disfrazadas,
sino reales, ella estaría allí para apoyarle, para ayudarle a avanzar y a
construir una nueva vida eligiese la mujer que eligiese, sólo quería que
supiera que si se abandonaba a sí mismo, moriría encontrando personas que le
abandonaran también a él, y que mientras se lamentaba de lo que le había
pasado, se sucedían a su alrededor vidas, tiempos, personas, y no las veía,
porque la postura cómoda del no puedo más, era más fácil, quería hacerle saber
que debía luchar por la única persona grande y valiosa que tenía en frente, él
mismo.
No abandonarse a sí mismo era la gran lección para él, valorarse como alguien tan valiosa para no ser abandonada, era la lección para ella.
Dharani: Mantra para ahuyentar espíritus malignos. Nombre femenino de origen Indú y como mito significa La tierra. Se le atribuye la capacidad de empujar hacia adelante y provocar cambios y transformación.
Zoran: Nombre de origen eslavo y significa: Luz del amanecer. (Mirar. Zoran, the legend of the zelda)
Personalmente, el abandono es un sentimiento que te deja grandes vacíos y se lleva toda tu confianza y capacidad de valorarte en positivo, es una emoción que a mí me ha costado toda la vida trabajar, y aún estoy en ello, en esto me identifico con Elia. Eso sí, pienso que todo ocurre por algo y que hay que saber buscarle el punto bueno a las despedidas dolorosas y a los encuentros espectaculares.. y que si quieres superar un pasado, el primer paso no es huir sino ir a buscarlo, mirarlo una vez a la cara y dejarle ir desde el corazón, todo el resto es autoengaño. Que si la vida, hoy nos presenta esa posibilidad de sentirnos abrazados y queridos, da igual si estamos preparados o no para que dure, o hacia donde nos lleve, nos es dado como un regalo, no para odiarlo porque nos recuerda nuestra falta de autoestima y heridas, haciendo que le demos el poder al miedo de volver a creer, de volver a soñar, sino para abrazarlo, aceptarlo y experimentarlo, como parte de la cura.
Nine - Lazos de Luz
Personalmente, el abandono es un sentimiento que te deja grandes vacíos y se lleva toda tu confianza y capacidad de valorarte en positivo, es una emoción que a mí me ha costado toda la vida trabajar, y aún estoy en ello, en esto me identifico con Elia. Eso sí, pienso que todo ocurre por algo y que hay que saber buscarle el punto bueno a las despedidas dolorosas y a los encuentros espectaculares.. y que si quieres superar un pasado, el primer paso no es huir sino ir a buscarlo, mirarlo una vez a la cara y dejarle ir desde el corazón, todo el resto es autoengaño. Que si la vida, hoy nos presenta esa posibilidad de sentirnos abrazados y queridos, da igual si estamos preparados o no para que dure, o hacia donde nos lleve, nos es dado como un regalo, no para odiarlo porque nos recuerda nuestra falta de autoestima y heridas, haciendo que le demos el poder al miedo de volver a creer, de volver a soñar, sino para abrazarlo, aceptarlo y experimentarlo, como parte de la cura.
Nine - Lazos de Luz



